Reseña 

LA TEATRALIDAD, SUS LÍMITES Y UN PÚBLICO INFANTIL

Esta crónica del espectáculo para niños OH, UH, AH, EI! Tierra-Aire-Fuego-Agua transmite el aprovechamiento de un adulto que se entregó a la experiencia.

JORGE CARRIGAN

FOTOS: Cortesía del FITH.

MIAMI. Es sábado en la mañana y el sol pega fuerte en Miami. El 37mo. Festival Internacional de Teatro Hispano ha iniciado sus presentaciones, y este 8 de julio está programado el primer espectáculo para público infantil de esta edición del festival; de manera que no hay mejor opción que ir al teatro del Koubek Center, y entrar de polizón, porque, obviamente, ya no soy un niño.

Lo que encuentro al llegar es el vestíbulo repleto de niños y niñas, que, en unos minutos, llenarán  la platea. Me pregunto si hay algo más hermoso y, sí, lo hay, porque nada hay más hermoso que ver a los pequeños espectadores jugando sobre el escenario, reconociendo ese espacio como suyo.

Se trata de la instalación audiovisual, recomendada para niños de 1 a 5 años, OH, UH, AH, EI! Tierra-Aire-Fuego-Agua. Desde una pantalla un par de personajillos ofrecen a los niños referencias básicas sobre los cuatro elementos de la naturaleza, que se van complejizando e invitan a participar del descubrimiento. La intervención de los espectadores es espontánea. No se les puede pedir que sean espectadores pasivos. Los niños y niñas comentan todo lo que ven, se apresuran a responder a las preguntas que vienen de las imágenes en movimiento, preguntan lo que no saben y afirman lo que conocen, ríen de las imágenes que les llegan desde el escenario, en fin, se divierten.

Pero, en lo más divertido de esta crónica, empiezo a hacerme preguntas porque esta presentación sobre una pantalla explora los límites de la teatralidad. Este espectáculo, que persigue una inmersión en el teatro para niños de muy corta edad, me pregunto si es una pieza de teatro.

No lo es, en la definición principal del término. Sin embargo, todo está preparado para que los niños asuman un rol frente al estímulo. Y, a través de estos niños, que hablan, accionan, preguntan e incluso reaccionan de varias maneras, aparece algo de la teatralidad. Porque la instalación audiovisual ocupa un escenario, y desde allí se proyecta generando una experiencia en sus espectadores que, no sólo reciben, sino que son estimulados para que interactúen con aquello que están recibiendo, e incluso terminan subiendo al escenario, acercándose a las figuras de la pantalla.

La inmersión se produce, pues, no sólo por colocar a los pequeños ante el hecho teatral, sino por convertirlos en actores del espectáculo. Entonces, recuerdo que hace apenas unos días en una charla con Verónica Pallini, creadora de la instalación me decía: Son el pequeño y la pequeña espectadora los protagonistas de las obras y nuestra premisa es ofrecerles puentes creativos a su universo imaginario. Entonces, el que (esta instalación) sea audiovisual es una característica más de la pieza, pero no es la base. Por eso creo que las herramientas que se usen en el teatro o en una instalación teatral depende siempre de cómo se use”. Y ese “cómo” me coloca en el camino de la respuesta.

Es pasado el mediodía en este sábado miamense y dejo de preguntarme. Aunque el sol sigue pegando fuerte, salgo pletórico de energía infantil, esa que sólo ellos saben comunicar. A esta hora no sé si agradecerle mi satisfacción al teatro o a los niños que vinieron hoy, pero, para ellos y para mí, por el momento, es suficiente.

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