Reseña
LA TEATRALIDAD, SUS LÍMITES Y UN PÚBLICO INFANTIL
Esta
crónica del espectáculo para niños OH, UH, AH, EI! Tierra-Aire-Fuego-Agua
transmite el aprovechamiento de un adulto que se entregó a la experiencia.
JORGE CARRIGAN
FOTOS: Cortesía del FITH.
Lo que encuentro al llegar es el vestíbulo repleto de niños y niñas, que, en unos minutos, llenarán la platea. Me pregunto si hay algo más hermoso y, sí, lo hay, porque nada hay más hermoso que ver a los pequeños espectadores jugando sobre el escenario, reconociendo ese espacio como suyo.
Se trata de la instalación
audiovisual, recomendada para niños de 1 a 5 años, OH, UH, AH,
EI! Tierra-Aire-Fuego-Agua. Desde una pantalla un par
de personajillos ofrecen a los niños referencias básicas sobre los cuatro
elementos de la naturaleza, que se van complejizando e invitan a participar del
descubrimiento. La intervención de los espectadores es espontánea. No se les
puede pedir que sean espectadores pasivos. Los niños y niñas comentan todo lo
que ven, se apresuran a responder a las preguntas que vienen de las imágenes en
movimiento, preguntan lo que no saben y afirman lo que conocen, ríen de las
imágenes que les llegan desde el escenario, en fin, se divierten.
Pero, en lo más divertido
de esta crónica, empiezo a hacerme preguntas porque esta presentación sobre una
pantalla explora los límites de la teatralidad. Este espectáculo, que persigue
una inmersión en el teatro para niños de muy corta edad, me pregunto si es una
pieza de teatro.
No lo es, en
la definición principal del término. Sin embargo, todo está preparado para que
los niños asuman un rol frente al estímulo. Y, a través de estos niños, que
hablan, accionan, preguntan e incluso reaccionan de varias maneras, aparece algo de la teatralidad. Porque la
instalación audiovisual ocupa un escenario, y desde allí se proyecta generando
una experiencia en sus espectadores que, no sólo reciben, sino que son
estimulados para que interactúen con aquello que están recibiendo, e incluso
terminan subiendo al escenario, acercándose a las figuras de la pantalla.
La inmersión se produce, pues, no sólo por colocar a los pequeños ante el hecho teatral, sino por
convertirlos en actores del espectáculo. Entonces, recuerdo que hace apenas
unos días en una charla con Verónica Pallini, creadora de la
instalación me decía: “Son el pequeño y la
pequeña espectadora los protagonistas de las obras y nuestra premisa es
ofrecerles puentes creativos a su universo imaginario. Entonces, el que (esta
instalación) sea audiovisual es una característica más de la pieza, pero no es
la base. Por eso creo que las herramientas que se usen en el teatro o en una
instalación teatral depende siempre de cómo se use”. Y
ese “cómo” me coloca en el camino de la respuesta.
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